"Conservadurismo
y cultura popular"
por
Susanna Esther Solares
A veces uno opta por morderse
la lengua antes de emitir una opinión que, aunque por la filosofía
de la libre expresión tenga derecho a proponerla, puede resultar
demasiado radical para el establishment de que "todo está bien".
Me explico ahora comentando un poco la llamada 'pop culture' o cultura
popular, que de entrada declaro que no tengo nada en contra de ella y que
es muy necesaria.
Pero el uso del criterio
no queda vedado a la hora de validar la cultura popular. Recuerdo cuando
en enero de este año, leyendo El Nueva Día, me enteré
de que el famoso cantante puertorriqueño Ricky Mártin, había
sido invitado e iría a cantar en la ceremonia inaugural del presidente
republicano George W. Bush. Algo en aquella noticia me causó incomodidad,
pero al tratarse de un evento de entretenimiento, no le di mucho pensamiento.
Parecía bien; un puertorriqueño obteniendo más logros
por su talento.
Al cabo de dos meses, estoy
viendo por televisión la ceremonia de los
Oscares, y como televidente,
descubro que hay todo un comercial, altamente
elaborado, en el que la
cantante estadounidense Britney Spears presta su
personalidad artística
a la compañía Pepsi-Cola. Inclusive, el ex-candidato
presidencial republicano
en 1996, Bob Dole aparece en dicho anuncio como
público del espectáculo
de Spears. Hasta este punto ya iban dos estrellas
"pop" compartiendo escenarios
con lo supuestamente opuesto como lo serían dos figuras políticas
de la derecha.
Y ser de la derecha o de
la izquierda, como tal, no son rasgos "buenos" o "malos". Sabemos en muchos
casos que la izquerda se quiere hacer tan radical que termina siendo igual
o peor que todo mal tradicionalismo que pueda representar la derecha. Lo
que hay que analizar es el contexto en que
se presentan estas imágenes
y qué agenda política hasta cierto punto se
está impulsando,
como también toda la maquinaria de publicidad y marketing
que las impone.
Si estos dos ejemplos no
apuntan hacia algo sospechoso, tomemos la
canción de las cantantes
jóvenes estadounidenses: Christina Aguilera, Pink,
Lil' Kim y Mya, "Lady Marmelade"
y que forma parte de la banda sonora de la
película "Moulin
Rouge". Alusiones a "get your dough" y el uso de la trillada
frase en francés
de "voulez-vous coucher avec moi ce soir", aunque los
productores
puedan justificarse mediante el "esto es simple entretenimiento",
aparecen como una glorificación
de la prostitución y la perpetuación de la
mentalidad conservadora,
tradicional y retrógrada de que la mujer es cuerpo y
objeto de mercancía.
El 'pop culture', sobre todo a estos niveles, tiene mucho de
imagen, ahora, ¿cómo
se procesan esas imágenes en un muendo en que
tantas personas, no sólo
mujeres, tienen problemas con la aceptación de sus
cuerpos tales y como son
tras las imposiciones sociales y culturales de lo que
es "belleza"?
Volviendo a lo mencionado
sobre Ricky Mártin y poniendo su performance
en la ceremonia inaugural
de George W. Bush desde la perspectiva de Puerto
Rico, hay que preguntarse
qué hacía él allí. Ya todo el mundo sabe del
caso de Vieques y que la marina de los Estados Unidos debe irse de la isla-municipio
por el bien, la paz y la seguridad de los ciudadanos viequenses. No cabe
duda de que el Presidente de los Estados Unidos podría propiciar
un cambio antes esta situación, lo cual no ha ocurrido. ¿Qué
más hay detrás de todo esto? Pensemos en 'Oklahoma City bombing"(1995)
y Timothy McVeigh, quien fue ejecutado hoy en Indiana tras su sentencia
de pena de muerte. Nadie justifica el crimen cometido por McVeigh, pero
tampoco se puede justificar un crimen con otro. No obstante, el Presidente
Bush, quien pudo haber perdonado la sentencia de ejecución, es creyente
en la pena de muerte, lo cual va a tono con su agenda
conservadora. Ni las ejecuciones
ni la situación de Vieques son motivo de baile y celebración.
Sin embargo, la figura del Presidente tiene mucho que ver con
este tipo de caso. Y no
es que se trate de opacar la fama de Ricky Mártin,
pero hay que pensar un poco
más allá del entretenimiento.
Vivimos en el mundo de las
comunicaciones y a veces creemos que
tenemos toda la libertad
del mundo usando nuestros teléfonos celulares y
comprando especiales en
super tiendas por departamentos. Mientras se nos presenta esa libertad
propulsada por toda una maquinaria publicitaria que muchas veces manipula
nuestros gustos y necesidades, parece que no es tan fácil
darles opciones razonables
a gente en situaciones como la de Vieques y como
muchas otras alrededor del
mundo. Lo que hay de popular en la cultura debe ser popular porque así
ha sido la decisión de la gente y no de los medios o de agendas
conservadoras. |
|